Nada hay más pobre que una verdad expresada tal como se pensó, en ese justo momento ponerla por escrito no equivale ni siquiera a una mala fotografía.
La verdad se niega a quedarse tranquila y sonreír ante el objetivo de la escritura cuando nosotros nos acomodamos bajo el instante, bruscamente, como de golpe quiere ser arrancada de su ensimismamiento y sobresaltada por alborotos, música o gritos de auxilio.
¿Quién querría contar las señales de alarma con las que está equipado el interior del ser humano? "Escribir" no significa otra cosa que ponerlas en funcionamiento, pero ¡qué bien constituida ha de estar, y qué salud tan sólida la suya para presentarse entre ellos así, disfrazada, acosada, aunque victoriosa y adorable!
4 comentarios:
La cruz de la moneda la da Nabokov: "Pienso como un genio, escribo como un autor distinguido y hablo como un niño".
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¿Cómo andas?
Ando proyectando la ilusión de la huida de la soledad en un sueño producto de la soledad, por lo demás bien, jeje...
Te escribo un correito estos días y te cuento
Un abrazo enorme
Pues sigo esperando el correíto...
Fran, perdón! Esta semana sin falta te pongo al corriente de mis aventuras y desventuras.
Un abrazo fuerte
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