martes, 2 de septiembre de 2008

Electroduendes

La tecnología es la gran ortopedia con la que los seres humanos nos desenvolvemos en el mundo actual. Nuestro universo ya no tiene centro, sólo redes y si alguna de ellas falla nos sentimos perdidos. Podría hablar largo y tendido de varias teorías filosóficas sobre la técnica, pero prefiero hacerlo en esta ocasión sobre los numerosos fallos de conexión de Internet que trato de arreglar en el trabajo.
La tipología de clientes que pasa por el servicio de soporte técnico de una compañía transnacional de telefonía móvil es variada, va desde el analfabeto tecnológico que ha adquirido un caro dispositivo y no sabe utilizarlo hasta el individuo que carece de personalidad e intenta suplir dicha carencia personalizando su aparato tecnológico.
Mi método de trabajo básico es ensayo y error, no podría enumerar la cantidad de veces que siguiendo el mismo procedimiento y la misma lógica los electroduendes hacen de las suyas. La gran mayoría de clientes tienen fe en mí aunque me esté improvisando descaradamente mis explicaciones. Mi criterio de autoridad no se pone en duda y ejecutan todas las órdenes que les indico aunque les parezcan extrañas. Así se levantan y cierran la ventana de su cuarto sin plantearse el por qué (podréis intuir que no me refería a esa ventana precisamente).
La angustia vital que experimenta el individuo cuando no consigue conectar no tiene nombre, al escuchar los lamentos desconsolados de los clientes me gustaría tenerlos delante para poder cogerles de la mano, mirarlos a los ojos y decirles que no hay videojuego más excitante que ver el sol o que pasen la tarde charlando con sus familiares y amigos en lugar de estar sentados frente a una pantalla.
Un amigo sabio cree que mi trabajo fue inventado por Dante, Kafka y Borges desde el infierno. Para mí cada día es el día de la marmota, cada día es el peor día de mi vida y todos los días son iguales. Mi lucha diaria con los electroduendes no me reporta ningún beneficio más allá del mero sustento, pero al menos dispongo de unas cuantas horas del día para cultivar mi jardín.
Una parte del día reflexiono sobre el mito del hombre allende la técnica y en la otra parte le configuro la Blackberry a Tamara Falcó Preysler.
Concluyo con un vídeo homenaje a todos los usuarios de Internet que han tenido una experiencia similar: http://es.youtube.com/watch?v=2OBZHB5I89A

4 comentarios:

Elena dijo...

“La angustia vital que experimenta el individuo cuando no consigue conectar no tiene nombre”

Me ha conmovido esta frase. Esa angustia que no es precisamente por la desconexión del módem, sino porque tras el apagón se esfuma el contacto que poseen, quizá el único del que son capaces. Todos llevamos un módem incorporado, una ortopedia, sea o no tecnológica, todos hemos experimentado alguna vez esa angustia.

Muchas gracias por la reflexión, meri, “me mueve” a lugares donde quería llegar hoy.

Un abrazo.

Francisco Sianes dijo...

Últimamente estoy un poco mosca cojonera; pero debajo de esas conexiones no late precisamente el vacío. Alguna vez he dicho que internet es la vida por otros medios (y miedos). A ver si tengo tiempo y termino uno de los artículos que tengo empezados y otro un poco más picante en relación con este asunto.

El yo (con los otros) de internet es algo mucho más complejo y rico de lo que puede parecer*. Creo que la dinámica movilizadora no es el "o dentro o fuera" de la red, sino extraer la síntesis pertinente del "dentro y fuera**".

Pero no quiero invadir tu blog, Meri. Bastante tengo ya con lo mío...

Abrazos [también para el gran definidor :)].

* [Evidentemente, me refiero a que internet puede enriquecer, en un sentido profundamente pertubador, sólo a aquel que es susceptible de ser enriquecido. Como todo medio peligroso, posee potencialidades inmensamente positivas.

Soy consciente de que estoy siendo impreciso y de que me estoy enrollando muchísimo en esta aclaración... :S]

** [Como no podía ser de otra forma, esto empieza a tener unas connotaciones sexuales tremendas...]

M. Román Espín dijo...

Estimados Elena y Fran:
La tecnología es uno de los logros más maravilloso humano de la mente humana, al igual que su imperfección.
Quiero escribir más sobre pero no será ahora, tras pasar varias horas luchando con los electroduendes mis neuronas necesitan un reseteo...
Un abrazo.

M. Román Espín dijo...

Acabo de ver los errores de mi comentario, es lo que pasa cuando escribes mientras Morfeo te llama...