miércoles, 1 de octubre de 2008

El séptimo sentido

Descartes decía que no había nada tan repartido como la razón ya que todo el mundo cree tener la suficiente. Él, paradigma del idealismo, enemigo de todo empirismo, dedicó gran parte de su producción a defender el sexto sentido: el común. No me creo Descartes, pero quiero dedicar unas líneas al séptimo de los sentidos: el sentido del humor (término medio entre la frivolidad, para la que casi nada tiene sentido, y la seriedad, para la que todo tiene sentido).
El frívolo se ríe de todo, es insípido y molesto, y con frecuencia no se preocupa por evitar herir a otros con su humor. El serio cree que nada ni nadie deben ser objetos de burla, nunca tiene algo gracioso para decir y se incomoda si se burlan de él. El humor revela así la frivolidad de lo serio y la seriedad de lo frívolo. Se trata de una virtud social: podemos estar tristes en soledad, pero para reirnos necesitamos la presencia de otras personas. Lo que más admiro de los demás es la ironía, la capacidad de verse desde lejos y no tomarse demasiado en serio.
Por otra parte, considero "limitado de entendederas" a todo aquel que desconfía del "entretenimiento" ya que cualquier forma de sabiduría no es más que entretenimiento transcendental. 
El humor no está únicamente en los contenidos intelectuales o en las bromas, sino en la "expresión privilegiada" de la ironía. 

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